La oportunidad de encontrarse con el otro
- Gabriela Briones
- 1 sept 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 16 ago 2021
La suspensión de la propia libertad y de la renuncia a la identidad ontológica entre los seres humanos abre espacio a la illeidad de todo otro, que posibilita otro modo que el ser: el modo de la responsabilidad
Emmanuel Lévinas
Por: Guillermo Acosta Cázares.

Hace casi 19 años el mundo vivió una experiencia que cambió el cómo lo veíamos y la seguridad se minó de muchas formas. EEUU era centro de ataque terrorista, las Torres Gemelas, símbolo de la prosperidad económica y libertad eran aniquiladas por grupos extremistas, generando con esto un parteaguas con relación a la seguridad de los países. Muchos adolescentes y jóvenes que están ahora en en Bachillerato o Universidad eran muy pequeños cuando esto sucedió o quizá todavía no habían nacido. Ahora estos jóvenes están viviendo otro parteaguas, que no sólo está afectando a algunos países, sino a todo el mundo. Estamos viviendo la Pandemia del COVID-19.
Esto me lleva a reflexionar que hace apenas unos meses insistíamos a los alumnos que se concentraran en clase y dejaran a un lado los dispositivos electrónicos que no los dejaban estar al 100% en las clases. Sin embargo, todo esto cambió al llegar este nuevo virus que hizo nos confináramos para salvaguardar nuestra salud. Ahora, nuestra solicitud ha cambiado, ya que pedimos, insistimos, a nuestros alumnos hagan uso de los dispositivos electrónicos para estar en comunicación con las clases.
En la actualidad se están cerrando fronteras para evitar que un enemigo invisible entre a nuestros países, a nuestros trabajos, a nuestras casas. Ha cobrado tantas vidas que parece no saciarse. Y el ser humano, ser sociable por naturaleza, está entrando en crisis por esa falta de convivencia con el otro. Busca de manera desesperada volver a convivir como antes, pero las cosas ya no serán como antes. Ya nada será igual. Ahora la comunicación para con el otro es de forma virtual. Las redes sociales, los dispositivos electrónicos, que eran fuente de distracción, ahora son necesarios para la comunicarnos de unos con otros, para trabajar en casa, para estar en la misma escuela, incluso se lo exigimos a los alumnos.
Las reuniones que tenemos con los padres de familia es por video chat. Los alumnos están reunidos con sus amigos y maestros en clases virtuales. Ahora, aquello que era fuente de distracción nos ayuda a acercarnos y relacionarnos.
Se puede decir que las cosas se están llevando de forma adecuada, pero la pandemia nos está acorralando a que dependamos más de estas herramientas que nos puede hacer creer que la relacinalidad no se ha perdido como tal, porque seguimos viéndonos, seguimos charlando, seguimos relacionándonos. Más equivocados no podemos estar, ya que una imagen en una pantalla de mi celular, de mi computadora, de mi laptop o de mi tableta nunca será igual que tener a la persona con la que me relaciono en frente de mí.
Creo que el uso necesario de estas herramientas puede exacerbar el egoísmo que habita en nosotros. Ese egoísmo que tiene como base la falta de compromiso. Con esta forma de comunicación se busca estar con los otros, pero podemos caer en la tentación de no generar un compromiso como tal. Ahora se busca reactivar las relaciones personales, pero sólo para volver a esa normalidad donde veía al otro como otro, a ese otro que no me exige compromiso y no tanto relacionarse, comprometerse con el otro de Lévinas. Él explica que vivir humanamente es Desvivirse por el Otro, por el otro hombre (Lévinas, 1991).
Sin embargo, aquellas herramientas que ahora nos ayudan a comunicarnos a relacionarnos. Herramientas que antes pedíamos a los alumnos que las dejaran a un lado para pudieran concentrase en clases, cobran vida con uno doble rasero. Acercarnos con los demás, pero también acrecientan la posibilidad de llevar al extremo la falta de compromiso con el Otro (Bauman, 2012), que antes de la pandemia, estaba haciendo mella en el ser humano.
Tenemos una oportunidad de analizar estas relaciones y evaluar el cómo me relaciono con el otro que está detrás de una pantalla para generar relaciones de compromiso, en donde vea al otro como verdaderamente otro.
Trabajos citados
Bauman, Z. (2012). Amor líquido. México: FCE.
Lévinas, E. (1991). Ética e Infnito. Madrid: La Balsa de la Medusa.
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